Miguel Ángel Martín (Madrid, 1956) fue, en la década de los 80, el primer director general de AFS que no había realizado un programa de intercambio con la organización, aunque su mujer, Sol, sí vivió la experiencia.  Sol realizó su programa en Estados Unidos en 1975 y fue ella quien introdujo a Martín en AFS; durante su periodo como director la organización cambió su nombre a AFS Intercultura.

Tras su paso por AFS, Miguel Ángel Martín trabajó en Recursos Humanos hasta su jubilación, momento desde el cual comenzó su carrera narrativa. Desde entonces ha publicado dos novelas y un libro de relatos. Su primera novela, Deriva continental, fue la última ganadora del Premio Círculo de Lectores antes del cierre del célebre club de lectura. Deriva continental combina la novela sentimental, la bélica y la de viajes a través de la narración de las vidas de dos refugiados, una española y un ucraniano, que se conocen en Australia tras la Segunda Guerra Mundial.

Miguel Ángel Martín, escritor y ex-director de AFS Intercultura

Una historia universal muy vinculada a la interculturalidad, donde los personajes deben abrir sus mentes y corazones para comenzar sus vidas de cero en entornos muy distintos de los que proceden. Y donde sus protagonistas, María y Serguéi, deben aceptar sus diferencias y sus diferentes contextos para comprenderse y convivir.

Pero el enfoque intercultural de Deriva continental no termina ahí, sino que Martín hace un guiño a AFS en una conversación entre Alice y Brian, dos personajes secundarios pero relevantes en la vida de Serguéi y María. Transcribimos a continuación el fragmento de Deriva continental donde se hace mención a los orígenes de nuestra organización.

“- Okey, okey… Glenn Miller. Es una buena música para estrenar el año. ¿No estuviste tú en uno de sus conciertos?

– Sí, y nunca lo olvidaré. Su música era, cómo diría… electricidad. Las caras de los soldados se iluminaban en cuanto empezaba a tocar la orquesta. Pobres chicos, a los pocos días los enviaron a Normandía, todavía quedaba un año de guerra. Tú estabas en Reading, aún no estábamos prometidos…

– Pero ya solo pensaba en que fueras mi esposa. ¿Fuiste con María?

– No, fui por casualidad. Estaba en el hospital con unos conductores del American Field Service, a quienes habían asignado la cobertura sanitaria, y en el último momento me invitaron a ir con ellos. Así que me monté en una de sus ambulancias y escuché todo el concierto detrás del escenario, donde podía verlo de frente, dirigiendo la orquesta de espaldas a los soldados. Me pareció bien guapo.”

Deriva Continental, Miguel Ángel Martín

 

Miguel Ángel Martín nos atiende desde Arlés, donde reside actualmente. Lleva un año viajando con su mujer y estableciéndose en distintos lugares del globo por periodos cortos, Menorca, Italia, Arlés… Reconoce que la experiencia es maravillosa, pero que cuando uno empieza a socializar y hacerse a cada lugar es momento de partir: como si de un programa trimestral AFS se tratará.

¿Cuándo y por qué comenzó a escribir?

Cuando me jubilé, en 2013. Llevo casi 10 años escribiendo. Nunca antes había escrito, lo máximo que había redactado era los informes y los comunicados de empresa. Pero tuve siempre esa espina clavada, siempre quise poder escribir, aunque nunca había pasado de las dos páginas.

Lo primero que hice al jubilarme fue apuntarme a la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés, y ya en el primer año de los cuatro cursos de escuela nació la premisa y la idea de Deriva Continental. Casi cuatro años después terminé el libro. Tela lo que costó.

El libro tiene mucha documentación histórica y geográfica.

Es verdad. “La ignorancia es la madre del atrevimiento”, que decía mi abuela, cuando releo ahora el libro no me explico como pude hacerlo. Cuando escribí la novela  yo nunca había estado en Praga, ni en Moscú, ni en Australia, y ahora tampoco. Y sin embargo, me han felicitado en varias ocasiones por la autenticidad con la que se describen esos espacios. Es una de las cosas que más me enorgullecen de Deriva continental.

¿Cómo se documentó?

Leí mucho sobre autores rusos de la época. De El maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov, por ejemplo, saqué casi todas las localizaciones de Moscú.

La documentación es una parte fundamental en mi proceso de escritura, y es algo que disfruto mucho.

Deriva continental es una historia sobre la adaptación a otros entornos y culturas, ¿su paso por AFS Intercultura influyó en la novela?

Mi paso por AFS Intercultura, aunque fuese hace décadas, por supuesto que cala. De hecho, en la novela mencionó a la organización.

¿Cómo descubrió AFS?

Mi mujer Sol trabajaba en la oficina en los tiempos en que Antonio Martínez era director. Ella tenía que ir a hacer una entrevista a una familia de Cuenca y necesitaba a alguien que la llevara, yo estaba comenzando a ligar con ella y, claro está, me presté encantado a hacer de chófer.

Tras esa entrevista comencé a colaborar en las orientaciones y poco a poco fui dedicándome más a la organización. Al cabo de unos años asumí la dirección, puesto en el que estuve unos cinco años.

¿Qué destacaría de su etapa como director?

Fue una época muy bonita. Entramos en el Consejo de la Juventud como organización. También formamos un entramado asociativo constituido por todas las asociaciones de AFS Intercultura en cada ciudad o provincia y nos convertimos en una confederación.

Y ahora que estáis en la campaña de recepción, reconozco que yo aquellos años la vivía con pavor. (Risas). No podía dormir por las noches.

¿Qué es lo que más le gustaba como director AFS?

Las reuniones con los voluntarios, diría, y el poder viajar por toda España de reunión de comité (cuando aún se llamaban comités) en reunión de comité. Aunque eso sí, fueron años de muy pocas vacaciones.

Y ahora echando la vista atrás, casi todos nuestros amigos próximos (los de mi mujer y míos) pertenecen al entorno de AFS Intercultura. Es más, con la familia estadounidense de Sol mantenemos una amistad que ha pasado a nuestros hijos. Mis hijos han estado allí y sus hijos han estado aquí.

¿Y con qué es más crítico respecto a la organización?

Creo que desde hace décadas, ya desde mi época en AFS, la misión con la que nació la organización ha perdido un poco su esencia. Ahora mismo, los programas de intercambio intercultural deberían apostar más por la inclusión, son intercambios entre estudiantes de países desarrollados, en su mayoría, o de sectores acomodados dentro de los países menos favorecidos.  ¿Cómo trabajamos el hecho de que la diversidad intercultural es realmente un valor a cuidar hoy en día? ¿Cómo trabajamos, por ejemplo, la cuestión migratoria desde AFS Intercultura?

La idea sigue estando genial y cualquier intercambio es válido, yo he sido familia anfitriona un par de veces y son experiencias muy interesantes que no cambiaría por nada. No obstante, sin modificar el contenido, quizás habría que cambiar ligeramente el formato.

Y ahora , ¿qué está escribiendo en Arlés?

Una serie de relatos sobre cuadros, con el título provisional de Cuadros que hablan, donde doy vida a una serie de personajes que habitan algunas célebres pinturas. Lo tengo ya casi terminado.

Y simultáneamente, estoy escribiendo una ucronía ambientada en Menorca, pero debido a un incidente he perdido varios meses de trabajo de documentación. Pero vamos, que escribir es un oficio más, todos los días me siento frente al ordenador, a veces saco algo en limpio, otras veces no.           


Miguel Ángel Martín ha publicado, además de Deriva Continental, la novela Punto de fuga, ganadora del Premio BerjArte de Novela, donde convergen tres historias, la de un marroquí bereber, un miliciano madrileño y una perra. Otra historia sobre la mezcla de realidades, culturas y puntos de vista.  También ha publicado el libro de relatos Amores de filmoteca.

Además, es miembro del grupo Bojador, con el que ha publicado los libros de relatos Mares, Seis pecados capitales y la trilogía Mejor no te cuento, sobre tabúes, fobias y filias.